martes, 7 de abril de 2009

La carta de amor



¿Eres de los que crees que no es tan importante poner los signos ortográficos? Pues fíjate en este ejemplo. Un joven sale con tres hermanas hasta que un día le exigen que se decida por una de ellas. El joven les entrega una carta en poesía pero les dice que no ha tenido tiempo para poner los punttos y las comas porque sale de viaje. Las hermanas leen la carta
Juana Teresa y Leonor
puestas de acuerdo las tres me
piden diga cuál es
la que prefiere mi amor
Si obedecer es rigor
digo pues que amo a Teresa
no a Leonor cuya agudeza
compite consigo ufana
no aspira mi amor a Juana
que no es poca su belleza.
Teresa lo vio claro, ella era la elegida. La puntuación obligada era:
Juana Teresa y Leonor
puestas de acuerdo las tres
me piden diga cuál es
la que prefiere mi amor.
Si obedecer es rigor,
digo, pues, que amo a Teresa.
No a Leonor cuya agudeza
compite consigo ufana.
No aspira mi amor a Juana
que no es poca su belleza.
Pero entonces Leonor le contestó que había mas signos además del punto y la coma. Tomó la carta y añadió estos signos:
Juana Teresa y Leonor
puestas de acuerdo las tres
me piden diga cuál es
la que prefiere mi amor.
Si obedecer es rigor,
¿digo pues que amo a Teresa?
No. A Leonor cuya agudeza
compite consigo ufana.
No aspira mi amor a Juana
que no es poca su belleza.
Entonces Juana lo vio claro ella era la elegida, cogió la carta y añadió los signos:
Juana Teresa y Leonor
puestas de acuerdo las tres
me piden diga cuál es
la que prefiere mi amor.
Si obedecer es rigor
¿digo pues que amo a Teresa?
No. ¿A Leonor cuya agudeza
compite consigo ufana?
No. Aspira mi amor a Juana,
que no es poca su belleza.
Como no se ponían de acuerdo tuvieron que esperar al chico. Resultó ser un "frescales" pues puntuó la carta de la siguiente manera:

Juana Teresa y Leonor
puestas de acuerdo las tres
me piden diga cuál es
la que prefiere mi amor.
Si obedecer es rigor,
¿Digo pues que amo a Teresa?
No. A ¿Leonor cuya agudeza
compite consigo ufana?
No. ¿Aspira mi amor a Juana?
¡Qué no! Es poca su belleza.

Y si aún así no te parece importante puntuar correctamente fíjate en este caso.

Un dictador dictó una sentencia de muerte de un preso, pese a las súplicas de su ministro escribió:
Perdón imposible. Ejecuten la orden.
Pero el ministro se las arregló para cambiar los puntos:

Perdón. Imposible ejecuten la orden.
La diferencia salvó al preso.